Los candidatos del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos llevan cuatro elecciones consecutivas ganadas en Nevada, algo que puede parecer una ventaja, pero que no permite a la vicepresidenta Kamala Harris descuidar un posible avance del expresidente Donald Trump en este estado clave.
Junto a Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, Nevada forma parte de los llamados estados clave, donde no suele registrarse una intención de voto definitiva por ninguno de los candidatos, y la proyección para el 5 de noviembre no es diferente.
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Cuatro años atrás, la victoria de Joe Biden sobre Trump se dio por un margen de 33,596 votos en Nevada, un estado con 3.2 millones de habitantes -2.2 millones de ellos habilitados para votar- que asignará seis de los 538 delegados del Colegio Electoral.
En esta ocasión, según los sondeos, la distancia entre los aspirantes será menor. Solo un 0.5% separa a la demócrata del republicano, que va liderando, según la media que calcula el portal FiveThirtyEight.
El cabeza a cabeza también se ve reflejado en la recaudación en donaciones individuales, gracias a las cuales Harris ha logrado ingresar $4.6 millones a su campaña, superando a Trump, que ha conseguido $4.5 millones, según el reporte de la Comisión Federal de Elecciones (FEC, por sus siglas en inglés).
Si se cumple el pronóstico de las encuestas, la ventaja de estos comicios se perfila inferior a los 21,500 votos con los que ganó George W. Bush a John Kerry en 2004, el margen más estrecho de las últimas dos décadas, por lo que la clave está en los detalles.
Se proclamará vencedor en este estado quien sepa leer mejor a un electorado diverso, con una alta composición latina (22% de los votantes) y una población en la que el 17% de los trabajadores dependen de las propinas para subsistir, de acuerdo con el Centro de Investigación Empresarial y Económica de la Universidad de Nevada, Las Vegas (UNLV).
LATINOS E IMPUESTOS A LAS PROPINAS, LAS CARTAS EN JUEGO
Harris y Trump han concordado en la propuesta de acabar con los impuestos a los ingresos por propinas, algo muy bien recibido por los empleados de las compañías de turismo y entretenimiento, al igual que el planteamiento del expresidente de eliminar los gravámenes a las horas extras.
A pesar de sus populares propuestas tributarias, el republicano es visto en Nevada como cercano a los dueños de las grandes empresas y crítico de los sindicatos, algo que ha sabido aprovechar Harris, que cuenta con el apoyo de la Unión de Trabajadores Culinarios, integrada por más de 60,000 empleados de casinos y hoteles.
Sin embargo, el respaldo latino a la vicepresidenta parece ir a la baja. En 2020, Biden le ganó a Trump por un 26% entre los votantes de esta población y ahora Harris tiene una ventaja recortada que varía, según el sondeo que se consulte.
Conscientes de ello, los demócratas han invertido más de $3 millones en publicidad transmitida en canales de televisión en español, según la empresa de análisis mediático AdImpact.
Varios de los mensajes abordan también la defensa del aborto, apoyado por siete de cada 10 latinos en Nevada, según la organización UnidosUS, ante la votación también de una enmienda constitucional para proteger este derecho en el estado, legal desde 1973. Solo el 5 de noviembre se sabrá si ha sido una estrategia acertada.