ACAPULCO, Guerrero - Las máquinas trabajan tan rápido como pueden, porque el COVID-19 ha comenzado a superar los espacios que se tenían disponibles en los panteones de Acapulco.
Al borde del llanto, la alcaldesa Adela Román pidió a los habitantes del municipio que permanezcan en sus casas porque de otra manera ni siquiera las 300 fosas que acaban de mandar a hacer, indicó, serán suficientes.
"De los dos centros de incineración que tenemos, uno está llegando a saturarse y ya no se dan a abasto con los cadáveres que llegan", asegura Román.
Según la información de la secretaría de Salud federal, Guerrero ocupa el primer lugar del país con la mayor ocupación hospitalaria y Acapulco, específicamente, dejó de ser uno de los más importantes destinos turísticos para convertirse en el epicentro de la pandemía en la entidad.
La presidencia municipal ha confirmado que casi el 80% de las camas de los nosocomios de Acapulco están ocupadas con pacientes relacionados con el COVID-19 y aseguran que día a día las solicitudes aumentan.
Las previsiones de Epidemiología anticipan que lo peor en este puerto estaría por venir.
"Es el 30 de mayo, o sea, al finalizar la semana que empezará mañana, cuando se espera la mayor carga de personas hospitalizadas, sobre todo en unidades de cuidados intensivos”, advierte José Luis Alomía, director de Epidemiología.
Afuera de los nosocomios, los familiares de los enfermos le ruegan a la gente que se cuide y no repitan su historia.
"Está canija esta enfermedad, que no se puede hacer otra cosa", lamenta Rogelio Hernández, pariente de uno de los enfermos.
Y es que apenas como ha venido ocurriendo, apenas este fin de semana, la Guardia Nacional tuvo que interrumpir una boda y unos XV años que se realizaron a pesar de las advertencias.